¿Quién no ha disfrutado de una serie recomendada tras haber acabado otra? ¿O pedido su pizza favorita a través de una notificación en el móvil mientras escuchaba la lista de música que le gusta? Gracias a la información que las aplicaciones han ido recopilando de nuestras preferencias, y con ayuda de herramientas como big data o la inteligencia artificial, recibimos recomendaciones que se ajustan a nuestro perfil. ¿Os imagináis lo que supondría poder hacer este “traje a medida” en el sector de la salud? El proyecto Medea es pionero en este sentido.
Las decisiones basadas en datos son ya la piedra angular de las smart cities. La banca es data driven. Los datos convierten a la agricultura en inteligente. Se espera que revolucionen la educación… Pero, sin duda, uno de los campos de aplicación más fascinante de big data y la inteligencia artificial es la medicina, como ya adelantaba un compañero allá por 2014 en este mismo blog.
Ventajas de una medicina personalizada
Precisamente en ese año tiene su origen el proyecto Medea, una colaboración entre la Junta de Extremadura y la Universidad de Extremadura, del que hoy voy a hablaros.
Pensad en la posibilidad de recibir un tratamiento médico personalizado -elección del fármaco y dosis adecuada- con los menores efectos adversos.
Debería tener en cuenta nuestro perfil genético, historia clínica, reacciones previas a los medicamentos, interacción entre ellos y estilo de vida, entre otros factores. Y supondría dar el paso gigantesco de una medicina enfocada en grupos de población a otra basada en el individuo. Superado el ensayo-error, gracias a la información disponible, llegan las ventajas: mayor eficacia del tratamiento, optimización del uso de medicamentos y todo ello contribuiría a la sostenibilidad del sistema sanitario.
Algo así adquiere especial importancia en España, uno de los países con mayor cantidad de población de la tercera edad y con varias enfermedades crónicas a la vez.
Pues bien, el objetivo del proyecto Medea, además de una medicina personalizada y de precisión en el diagnóstico y el tratamiento, es la prevención y la participación de los pacientes (la famosa “Medicina de las 4P”). Todo ello, a partir del diseño y desarrollo de un sistema de prescripción personalizada validado en condiciones clínicas reales en el Servicio Extremeño de Salud (SES).
Proyecto Medea: una apuesta por la innovación en salud
En este programa de innovación sanitaria, que ha sido elegido ‘Ejemplo de buena práctica’ por un consorcio europeo, confluyen factores muy interesantes. Entre ellos, la colaboración público privada, su cofinanciación con Fondos Feder de innovación industrial o la licitación a través de la compra pública innovadora.
En su base están los elementos que cambiarán la salud en este siglo: el uso inteligente de una gran cantidad y variedad de datos y la incorporación de los avances científicos y tecnológicos a la medicina clínica. También la interdisciplinariedad, una visión holística y dinámica en vez de estática y compartimentada por especialidades del paciente y la implicación proactiva de este en su salud.
Fases del proyecto
En la actualidad, el programa cuenta con la participación de 56 investigadores en 26 servicios hospitalarios y centros de atención primaria de toda Extremadura. Lo lidera Adrián Llerena, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura y nació de la mano del equipo de Farmacogenética y medicina personalizada del Centro de Investigación Clínica del Área de Salud de Badajoz (CICAB).
El proyecto Medea se encuentra en una primera etapa de desarrollo. En ella se pretende recopilar información de más de 3.000 pacientes de distintas áreas de salud, especialidad y ubicación para poder generar un informe farmacogenético personalizado con recomendaciones para unos 70 fármacos.
Se ha empezado por incorporar a los pacientes más vulnerables en cardiología, oncología, trasplantes y psiquiatría, con antecedentes de reacciones adversas… Pero el objetivo es que en 2023 todos los extremeños dispongan de un sistema de salud público capaz de integrar y relacionar la información más relevante del paciente de manera personalizada para conseguir la opción terapéutica más adecuada.
Para llegar ahí hay prevista una segunda fase, que comienza ahora en 2022. Se persigue que el médico disponga de un análisis genético más amplio y un programa de apoyo a la toma de decisiones mediante herramientas de big data e inteligencia artificial y la integración de toda la información disponible del paciente en el sistema de salud extremeño en una base de datos compartida.
La tecnología y la voluntad, claves
Ya se ha lanzado la licitación del concurso para el reto tecnológico de desarrollar estos sistemas. Aunque el paciente está en el centro de esta iniciativa de eSalud, la tecnología juega un papel fundamental en el proyecto Medea. De hecho, por su envergadura y evolución la computación cuántica podría ser de gran ayuda según su responsable.
Aún queda mucho camino por recorrer pero, ocho años después de aquel post de big data en salud, el proyecto Medea es un ejemplo de que con voluntad se pueden derribar las barreras que se apuntaban hasta ahora para este tipo de iniciativas.
Imagen: Josué Goge

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