Reconozco que nunca he sido muy fan de la realidad virtual. Tengo un recuerdo de decepción en mi infancia tras ver en la televisión una película con unas supuestas gafas mágicas rojas y azules que iban a conseguir que los personajes se salieran de la pantalla. Pero no pasó nada.
Y mi sensación no había mejorado después de unos años de películas en 3D en los cines (que nunca veo) y televisiones también en tres dimensiones (que no he comprado). Por eso, mi aproximación al mundo de la realidad virtual partía de una posición claramente pesimista, lo que hace más interesante todavía el resultado, porque me he convertido en un fan incondicional.
Resulta complicado explicar por qué con palabras, ya que la VR (Virtual Reality) es de esas cosas que no comprendes hasta que pruebas; por mucho que leas no puedes hacerte una idea de la sensación y las posibilidades de esta tecnología. Y, cuando lo haces, es enormemente adictivo.
Para experimentarlo existen múltiples alternativas, aunque se agrupan en dos familias bien diferenciadas:
- Las gafas de gama alta, dispositivos diseñados para ofrecer una experiencia de inmersión en un mundo virtual en el PC o la consola. Un ejemplo son las Oculus Rift, con las que viví mi primera (y algo mareante) experiencia hace tiempo cuando salí al campo de fútbol con la selección española, o experimenté cómo se sentía la caída al hacer puenting. También la futurista propuesta Playstation VR, que veremos en 2016.
- Los dispositivos que están diseñados para ofrecer una experiencia de realidad virtual integrados con un smartphone, como las Gafas VR Gear que funcionan con terminales de Samsung, la reciente idea de Figment que está en Kickstarter para convertir un iPhone en dispositivo de VR, o las más económicas pero no por ello menos sorprendentes "gafas de cartón" (Cardboard) de Google, que han tenido infinidad de imitadores y que han permitido el desarrollo de múltiples apps de VR para Android.
Estas últimas, cuyo coste de adquisición es prácticamente insignificante (pueden comprarse en Internet por menos de 10euros), son las que me animaron a experimentar la tecnología hasta llegar a mi actual condición de defensor convencido de la realidad virtual en distintos ámbitos.
Pese a que la experiencia actual es un poco mareante y la interacción con el entorno limitada, no cabe duda de que propuestas como la de Playstation VR van a enamorar a los "jugones". De hecho, ya se está planteando incluso modificar la calificación PEGI para adaptarla a los juegos de realidad virtual (para tipificar no sólo la edad recomendada, sino avisar del nivel de "mareo" que puede provocar). Es más, se están desarrollando sistemas que van más allá de una sensación de inmersión en el entorno del juego: podremos sentir los impactos combinando estimulación táctil y eléctrica de los músculos (tranquilos, prometen que será indoloro).
Trailer de “Robinson, the journey” con Playstation VR
El cine también va a aprovechar la realidad virtual para ofrecernos experiencias mucho más completas que el actual 3D. Ya se están empezando a comercializar distintas cámaras que permiten grabar este tipo de escenas, y existen proyectos como el documental "El Arca" que pretende evitar que la extinción de los rinocerontes blancos nos haga olvidar cómo eran, y poder mantenerpara siempre cómo era la vida de los últimos ejemplares. ¡Por mi parte, no puedo esperar a ver Star Wars en realidad virtual a partir de mañana!
Otro de los ámbitos donde esta tecnología puede suponer una nueva experiencia es el comercio. No sólo nos permitirá probar lo que compramos en Internet, sino también vivir otro tipo de emociones en las tiendas.
Pero, sin lugar a dudas, mi apuesta es otra: la adopción masiva de dispositivos económicos de realidad virtual para revolucionar la educación y permitir por fin que niños, jóvenes y adultos dejen de aprender memorizando las letras impresas en los libros y empiecen a hacerlo viviendo en primera persona experiencias: visitando cualquier lugar del mundo, volviendo atrás en el tiempo a la época de los dinosaurios, explorando el interior del cuerpo humano o viajando por el espacio.
Lo vi claro cuando observaba cómo giraba la Luna alrededor de la Tierra con la app Titans of Space. Mientras nuestro satélite tapaba momentáneamente mi visión del sol desde la posición en la que flotaba en el espacio, comprendí que estaba asomándome al futuro, uno en el que los hijos de mis hijas se preguntarán qué historias cuenta el abuelo de cuando no vivíamos las clases con nuestros implantes oculares VR.
Imagen: Jorge Ordovás

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