Como cierre a un post anterior sobre las TIC y la discapacidad, bromeaba sobre la posibilidad de que los humanos llegáramos a ser capaces de regenerar miembros como hacen las estrellas de mar. Unos días después de entregar el texto, disfruté de un documental acerca de los avances en la regeneración de órganos gracias a las células madre que me demostró cómo está de cerca lo que pensamos que es ciencia ficción. El documental se llama “Los corazones rotos”, de “La noche temática” y os dejo el enlace al resumen disponible en la web de TVE, no sin antes avisar de que el programa completo puede no ser apto para todo tipo de espectadores.
En la actualidad se están realizando cultivos de órganos y miembros en laboratorio, de forma completamente aislada o haciéndolos crecer sobre un portador. En 1995 ya tuvimos noticias de un ratón de laboratorio cargando a sus espaldas con una oreja humana, y cuando digo “cargando a sus espaldas” lo digo literalmente. Pese a la controversia que algunos de los métodos puedan suscitar, está claro que la fabricación en laboratorio de órganos para trasplantes tendrá un alto impacto en la longevidad de la especie humana y la calidad de los años vividos.
Otro gran avance es la técnica empleada para evitar rechazos en los implantes de órganos donados, que consiste en eliminar todas las células vivas de un órgano donado, por ejemplo un corazón, y posteriormente repoblarlo con células propias del receptor. Parece increíble ver cómo tras este proceso y aplicando una descarga eléctrica, el corazón repoblado es capaz de latir nuevamente. Para regenerar el músculo de un corazón humano son necesarias mil millones de células, por lo que el tiempo necesario para que este las regenere todas es bastante más largo que el de un pequeño ratón, aunque es algo que también se ha conseguido en laboratorio.
Y no todos los avances llegan a través de costosísimos sistemas de alta tecnología. En muchos casos, la capacidad de observación y la imaginación de algunos científicos dejan a la altura del betún al mismísimo MacGyver.
Gracias a la siempre fascinante serendipia, un físico sin formación médica ni sanitaria, ha observado el enorme parecido entre la estructura del algodón de azúcar y la de los tejidos formados por vasos capilares. Con una simple máquina de hacer algodón de azúcar y productos totalmente accesibles, está estudiando la fabricación de redes capilares siguiendo el siguiente proceso:
- Los fragmentos de algodón de azúcar se cubren con un gel de silicona que al secar se convierte en un bloque con el algodón en su interior.
- Al sumergir la pieza en una solución que elimina el azúcar, lo que queda es una plancha de silicona con cientos de finísimas cavidades dentro de ella que emulan las estructuras capilares.
Si este investigador consigue hacer funcionar y perfeccionar esta técnica, el verdadero avance será el increíble abaratamiento que supondrá frente a las costosas técnicas actuales.
Aunque posible, la fabricación de piel humana es un proceso lento y complejo dada la fragilidad de la misma. Una solución, algo más evolucionada que una simple máquina de algodón de azúcar, es la pistola pulverizadora de células epiteliales o “Pistola de Gerlach” usada, por ejemplo, para la regeneración de la piel afectada por quemaduras de primer grado. Aunque aún está en fase muy experimental, ha demostrado ser un auténtico éxito en al menos una docena de casos.
Es bien conocida la habilidad de las salamandras para regenerar sus miembros. Si se le amputa una extremidad, esta vuelve a regenerarse de forma idéntica a la que había en muy poco tiempo. La teoría que manejan los investigadores es que ocurre porque no cuenta con la capacidad de otras especies para cicatrizar las heridas, como ocurre en los humanos. Se trabaja con la hipótesis de que si somos capaces de inhibir el proceso de cicatrización, los humanos podríamos activar la facultad de regenerar miembros.
Y en esto el cerdo nos lleva ventaja. Este animal parece disponer en alguno de sus órganos internos de la capacidad de activar la generación de células madre. Usando lo que llaman “matriz extracelular”, producida a partir de polvo de vejiga de cerdo, se ha conseguido que un humano regenere completamente un dedo tras haber perdido la tercera falange. La regeneración ha sido tan increíble que no sólo ha vuelto a crecer el dedo y la uña sino que lo ha hecho con la misma huella dactilar que había antes de su pérdida. (Ver este video para más detalles).
Es conocido que el tejido intestinal se regenera automáticamente cada seis días. En una intervención sobre un perro se usó un fragmento de intestino para la reparación de una vena aorta. Al cabo de unos días, la mimetización había sido tal que apenas podía diferenciarse entre el trozo de intestino implantado y el resto de la vena.
El combinar todos estos descubrimientos científicos con algunos técnicos, como el de las impresoras 3D, hace que fabricar órganos mediante impresión (“bioimpresión”) sea ya una realidad, como el caso del riñón impreso por científicos chinos que ha salido recientemente en las noticias.
A este ritmo, como vaticinaba mi compañera Mercedes en su post Inventarse un trabajo a medida, no tardaremos en ver aparecer una nueva profesión, a caballo entre el mundo de las TIC y la medicina: el granjero de órganos o biogranjero.
Imagen: ashley rose,

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