El confinamiento es una estrategia milenaria de supervivencia. Ya se luchaba así contra la peste en 1340. Boccaccio, en el Decamerón, nos lo cuenta a su manera. Unos jóvenes encerrados narran historias en una Florencia devastada en un trance entre un final sin valores ni escrúpulos o quizá para otros en busca de una reclusión redentora. Así es la comedia humana.
Por suerte, en el siglo XXI la situación ha mejorado. Pero ¿podemos mantener de una manera continuada el confinamiento? ¿Cómo enfrentarnos a una pandemia global sin detenernos durante un largo periodo por temor a un rebrote? Parece que pasa por el reto de la gestión de nuestra movilidad.
Interrogantes sobre cómo debe reiniciarse el mundo
Nuestro encierro tiene un sentido clave: aliviar el sistema sanitario para que no colapse a corto plazo. Mientras, se trabaja en la solución definitiva: en la vacuna y los tratamientos asociados a la enfermedad. Pero podríamos estar hablando, según los expertos, de un periodo aproximado de entre un año y 18 meses. En ese ínterin el mundo deberá ser capaz de ponerse en marcha de nuevo y superar los potenciales rebrotes. Nuestra economía no debería detenerse salvo en este primer instante.
Se habla mucho de mascarillas y respiradores, de aplicaciones que nos facilitan el prediagnóstico online o a través de la voz. Pero ¿y después qué? ¿Qué cambios deberemos sufrir para que todo siga adelante y podamos volver a la calle? ¿Cuáles son las opciones para que podamos disfrutar de cierta libertad de movimientos sin comprometer nuestra salud ni la de otros? ¿Cómo haremos para permitir que las fronteras sigan abiertas? ¿Cómo conseguiremos que fluyan las mercancías para que no haya desabastecimientos? El reto de la gestión de nuestra movilidad es clave.
Gran parte de las respuesta está en los datos
Veamos qué se está haciendo: Ya conocemos la app de autodiagnóstico diario de cuarentena que deben utilizar todos los habitantes de Corea, así como quienes entren en el país. En realidad, ellos explican que su éxito se ha debido a la transparencia y a una política de tests masivos, junto a un control exhaustivo de la trazabilidad y localización de los potencialmente enfermos pero que aún no manifiestan síntomas.
Lo mejor del RGPD con lo mejor de la trazabilidad por proximidad
Creo que gran parte de las respuestas a las preguntas que formulaba estará en los datos y ya se ha abierto un debate entre la seguridad y la privacidad y libertad, que en realidad no son antagónicas. Hay quienes piensan que deberían hacerse ciertas concesiones en aras del bien común.
Consorcio de Rastreo Paneuropeo de Proximidad para Preservar la Privacidad
Afortunadamente ya se está hablando de ciertas soluciones que aúnan lo mejor del RGPD con lo mejor de la trazabilidad por proximidad (usando la tecnología bluetooth) de nuestros contactos y quizá Europa pueda liderar este enfoque. Ayer anunciaban desde la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial que España se suma al consorcio de Rastreo Paneuropeo de Proximidad para Preservar la Privacidad (PEPP-PT). El objetivo es crear un sistema para app que contribuya a frenar las cadenas de contagio del coronavirus que respete los principios de privacidad europeos. Carme Artigas tuiteaba a favor de una app única europea y de la interoperabilidad entre países para garantizar una trazabilidad que asegure el intercambio de datos anónimos en la lucha contra el COVID19.
No se trata de geolocalizar a las bravas -a nadie le interesa dónde hemos estado ni qué hemos hecho. El reto de la gestión de nuestra movilidad pasa por utilizar una estrategia descentralizadora de la información que avise únicamente a quienes estuvieron cerca de un enfermo en su periodo de incubación. Una vez detectado un enfermo se avisaría solo a los posibles afectados lo antes posible. Y dicha información debería estar cifrada y protegida de acceso de terceros.
En este tipo de soluciones, en especial en el ámbito de la salud, es cierto que la velocidad y la coordinación entre empresas y administraciones es fundamental. Y leemos noticias de última hora en las que los gigantes Google y Apple empiezan a dar pasos en este sentido y eventualmente integrarían a medio plazo esa función de “contact tracing” dentro del propio sistema operativo.
El número de tests por millón de habitantes como indicador clave
También es cierto que estas metodologías pueden fallar porque siempre habrá alguien que no lleve su móvil encima. Y seguro que tendrá que complementarse con una estrategia de tests masivos y ultrarrápidos. Será la manera de determinar si alguien tiene o ha tenido la enfermedad y, por tanto, si se le presupone algún tipo de inmunidad: una especie de certificado o salvoconducto, que ya se está planteando en Alemania. Quizá, en muy breve, la prosperidad de las naciones y su capacidad de respuesta se prevea por el número de tests por millón de habitantes. Os recomiendo que trabajéis el ranking y hagamos apuestas de quién lo hace mejor. Nuestra recuperación depende de ello.
Para concluir, creo que no podemos esperar a tener la mejor solución en unos meses. Debemos poder reiniciar nuestras vidas en semanas. Y para cuando iniciemos la estrategia de reapertura de puertas afuera, los móviles deben contar con esta herramienta de gestión de nuestra movilidad. Es cierto que deberemos asumir ciertos huecos aunque la solución deberá velar por la privacidad. Creo que la gestión de nuestra movilidad es el próximo reto al que tendremos que enfrentarnos. Y soy optimista respecto a que lo conseguiremos.
Imagen: Daniel Lobo

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