La frase del título es de J.F. Kennedy y la traigo a colación porque llevo muchos años oyendo hablar del potencial que tenemos como país. He escuchado en numerosas ocasiones que podríamos ser el Silicon Valley europeo tanto por nuestra situación geográfica como por la calidad de los profesionales. Y también muchas otras afirmaciones en esta línea que creo que deben ser un reflejo de nuestras aspiraciones como el imperio que fuimos. "España 2050" es un ejercicio de prospectiva estratégica que persigue mejorar la comprensión de los desafíos y las oportunidades sociales, económicos y medioambientales que afrontará nuestro país en las próximas décadas y generar, a partir de un diálogo multiactor, una estrategia nacional de largo plazo.
Debemos procurar ser padres de nuestro porvenir más que hijos de nuestro pasado, como decía Miguel de Unamuno. Siempre hay que mirar hacia adelante y solo ocasionalmente echar la vista atrás. Lamentarse de las oportunidades pasadas, perdidas o desaprovechadas no sirve de nada.
Esfuerzos en investigación y tecnología
Si hay una lección valiosa que podemos extraer de la crisis por el COVID-19, por desgracia todavía muy presente, es que los esfuerzos en investigación y tecnología deben estar presentes en la estrategia de cualquier país. Sin esta premisa no será posible hacer frente a los grandes retos que como humanidad nos esperan en las próximas décadas ni alcanzar ningún tipo de liderazgo.
Así reza en la primera página del documento “España 2050” presentado por el gobierno hace unos meses. Pero ningún viento será bueno para quien no sabe a qué puerto se encamina, como ya apuntó Séneca, el gran filósofo romano, que formó parte de ese otro gran imperio.
El periodo de la llegada de la máquina de vapor y el motor de combustión, claves en la revolución industrial, es para muchos historiadores uno de los más fértiles en el desarrollo de innovaciones, derechos sociales y mejora de la sociedad europea en general. Solo ha habido un par de hitos relevantes en la historia de la humanidad a partir de ese instante, como la conquista del espacio o la secuenciación del ADN.
Si miramos el mundo que nos rodea no se parece demasiado a cómo se imaginaba en las películas de las últimas décadas del siglo XX. En ellas parecía que la colonización del espacio, la robotización de tareas cotidianas o los coches voladores serían la normalidad.
Por ello muchos reniegan de la sociedad actual, en la que no se han materializado las promesas tecnológicas de aquel pasado cercano. “En los setenta nos prometieron vivir en la luna y lo que tenemos es Facebook”, se ha dicho.
El crecimiento exponencial de los negocios de Internet ha eclipsado otra serie de desarrollos tecnológicos necesarios como la descarbonización o la gestión eficiente de los recursos naturales.
Parte de estos objetivos transnacionales se recogen en los ODS. Y, en gran medida, se ven reflejados en el plan España 2050, al que servirán de palanca los famosos fondos Next Generation de la Unión Europea.
Si pensamos en cuáles son los desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad en los próximos años, los famosos ODS dan una visión general y global. Pero cuando se declinan a la identidad y particularidad de cada región/país las necesidades difieren y es preciso hacer una adaptación y reforzar aspectos concretos.
En el caso de España, el informe recoge un espectro muy amplio de retos, relativos a oportunidades sociales, cuestiones económicas y medioambientales.
Los nueve desafíos del plan “España 2050”
En concreto, se mencionan nueve grandes desafíos que deberemos superar como nación de aquí a 2050.
- Mayor productividad de nuestras empresas para crecer mejor.
- Conquista de la vanguardia educativa.
- Mejora de la formación y recualificación de la población.
- Convertirnos en una sociedad neutra en carbono, sostenible y resiliente al cambio climático.
- Preparación del estado de bienestar para una sociedad más longeva.
- Promoción de un desarrollo territorial equilibrado, justo y sostenible.
- Resolución de las deficiencias del mercado laboral y adaptación a las nuevas realidades sociales, económicas y tecnológicas.
- Reducción de la pobreza y la desigualdad y reactivación del ascensor social.
- Ampliación de las bases de nuestro bienestar futuro.
La tecnología, clave en la consecución de los retos
Para ello, la tecnología será clave en las más de doscientas iniciativas identificadas por el gobierno. Éstas se han catalogado en doce epígrafes:
- Apuesta por la formación de la población.
- Impulso de la innovación en todos los sectores, no solo el tecnológico.
- Modernización (digitalización) del tejido productivo.
- Transición hacia un modelo de desarrollo sostenible y respetuoso con el medioambiente.
- Mejora de las oportunidades de la población joven (educación, empleo y vivienda).
- Consecución de la plena igualdad de género.
- Fomento de la inmigración legal y de la captación de talento extranjero.
- Fortalecimiento de los servicios públicos.
- Rediseño de las prestaciones sociales para transitar progresivamente a un modelo que proteja a la ciudadanía en función de sus necesidades y no solo de su historial laboral.
- Reforma del sistema fiscal para financiar dichas iniciativas.
- Modernización de la Administración pública.
- Compromiso transversal con los derechos e intereses de las generaciones futuras
Como ya enunció Kelvin, “lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”. Por ello, el documento termina con cincuenta indicadores externos para seguir la evolución de cada una de estas iniciativas. Con buen criterio, se basan en “métricas externas”, no controladas por la propia administración, que deberán ser la brújula para saber si el plan progresa o no en la dirección adecuada.
Como estaréis pensando, muchas de las propuestas enunciadas requieren de reformas profundas de nuestro sistema social y político. Por eso, como recoge el propio documento, “ninguna de estas reformas podrá hacerse en una sola legislatura”. Personalmente me surge la duda de qué hará con este plan el siguiente gobierno que acceda a la Moncloa. El objetivo es loable, pero ¿no se debería haber tratado como un pacto de estado?
No cabe duda de que invertir en productividad y talento mejora la competitividad y esta propicia el crecimiento.

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