Cuando compramos cualquier cosa: un electrodoméstico, un vehículo o una casa, intentamos asegurarnos de que la garantía esté avalada por la marca, el fabricante o el constructor. Si lo que requerimos es un servicio profesional, es recomendable tener por escrito un contrato que garantice la calidad del servicio, e incluso que incluya una penalización por incumplimiento.
Intentar trasladar al ámbito de la salud esta “sana” costumbre de exigir una garantía que tenemos para otros servicios puede parecer una insensatez de difícil aplicación. Pero si tenemos en cuenta que nuestra salud es nuestro bien más preciado, parece ilógico que no podamos poner los medios para asegurar que el tratamiento recibido cumpla con los estándares mínimos de calidad.
Es comprensible que los profesionales de la medicina no estén dispuestos a garantizar de ningún modo que el estado de salud de un paciente (que tiene muchos factores de riesgo asociados a la prescripción y tratamiento de cualquier dolencia), dependa exclusivamente de su actuación.
Por eso, me ha sorprendido el hecho de que en Estados Unidos existan muchos hospitales en los que se aplican penalizaciones por reingresos tempranos de pacientes que han sido atendidos y dados de alta. La penalización consiste en que la compañía del seguro médico que se hace cargo de los costes de hospitalización determina un plazo de tiempo, por ejemplo 30 días, en el que se espera que el paciente no sea hospitalizado por la misma enfermedad. Sería lo que se denomina Reingreso Relacionado (reingreso por la misma enfermedad o complicación de la misma). Si el paciente reingresa antes del plazo fijado, el pagador no financiará los gastos. En este sistema de penalización o desincentivación, se pueden apreciar varias ventajas:
- La primera y más importante: mejor calidad de vida para el paciente. Al incrementar el control sobre su estado y evolución, se previene que no se tengan recaídas por la misma enfermedad. “Prevenir, mejor que curar”. Es decir, será el propio hospital quien revise sus protocolos para asegurar altas “garantizadas”.
- En segundo lugar, se evidencia una racionalización de recursos disponibles. Al disminuir los reingresos evitables, aumenta la disponibilidad de camas para otros pacientes.
- En tercer lugar, el ahorro que supone el balance positivo entre el elevado coste de hospitalización de pacientes que sufren los reingresos relacionados y el menor coste de aplicar protocolos que previenen los reingresos evitables.
Al ser Estados Unidos el máximo exponente de las denuncias millonarias por las secuelas de una atención deficiente, parece lógico que sea el propio hospital el que se proteja e implante medidas para que se cumpla el tratamiento completo, efectivo y duradero. Es decir, incurrir en un coste en mejorar la calidad de la atención y controlar la efectividad del tratamiento evitará un coste mayor en indemnizaciones y/o penalizaciones.
Si merece la pena invertir en una bombilla de bajo consumo porque supone una mejora inmediata en la reducción de costes, por qué no trasladar esta reflexión a las administraciones en el sector de la salud. La inversión en controlar la idoneidad de la prestación del servicio sanitario y un seguimiento de la evolución de la salud del paciente tras la hospitalización, supone un paso más en el ahorro y la sostenibilidad de todo el sistema sanitario. Dicho de otro modo, para evitar los reingresos relacionados se debe contar con una solución de gestión remota de pacientes crónicos que prevenga las descompensaciones de sus biorritmos y controle la adherencia al tratamiento, que son el origen de la mayoría de los reingresos evitables.
Curiosamente, según el estudio sobre percepciones de pacientes y profesionales respecto a la gestión remota en España en el que ha colaborado Telefónica, los profesionales de la salud opinan que un tercio de los pacientes estarían dispuestos a utilizar este sistema; pero la realidad es que los pacientes son más abiertos y favorables, ya que el 70 por ciento de los mismos estaría dispuesto a utilizarlo. Este porcentaje seguro que aumentaría si fuese el doctor quien lo prescribiera al enfermo.
Imagen: DFAT photo library

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