El ecosistema de soluciones digitales que rodea a la ciudad bulle. Y lo más emocionante es comprender la intensidad y relevancia de lo que allí sucede. Creo que la palabra smart (inteligente) se sobreviene con otras de mayor calado, y me refiero a las asociadas con sostenibilidad o emprendimiento porque ahora la ciudad se impregna de ellas. Éste es el resumen de mi experiencia en la Smart City Expo, que se celebraba en Barcelona hace unos días y de lo que allí vi.
Destacaría lo que encontré en la denominada Smart City Plaza y, en concreto, los proyectos de los finalistas del Call for Solutions 2015, fundamentalmente porque eran ideas cien por cien made in Spain en busca de financiación o empuje comercial:
- Evolo, que desarrolla con notable éxito la idea de movilidad sostenible mediante bicicletas eléctricas que permiten un transporte de mercancías en los centros urbanos cerrados al tráfico de motor (¡qué pena que no estuvieran conectadas!).
- Wattio, que ahora madura enormemente en su propuesta de un hogar inteligente seguro y eficiente.
- Climatekiosk, una idea por incubar que aboga por la concienciación medioambiental mediante parques infantiles limpios y saludables y, para ello, no duda en sensorizarlos y conectarlos con los padres, para así relacionar de manera magistral medio ambiente y educación.
- Urbiotica, que trabaja contra la contaminación acústica de la ciudad, pues es ya causa de gran cantidad de enfermedades.
- Y, por último, Eixverd, mi favorita, que promueve soluciones para convertir tu tejado en un huerto urbano, algo así como el smart rural de las ciudades.
Drones, farolas, quioscos interactivos o soluciones de smart parking… Aunque fuera posible hablar de todas ellas aquí, debo incidir en que estas soluciones han sido objeto de interés de los visitantes de la feria (profesionales del sector TIC o de la Administración Pública en su mayoría) cuando detrás se discernían de forma bien definida los datos. Ésta fue otra cosa que aprendí: detrás de cada experiencia viable de smart city se esconde un éxito en el tratamiento de los datos, no sólo en términos de transparencia, sino fundamentalmente por su utilidad final para el ciudadano. El open data no es un concepto de moda sino una palabra que precisa de procesos y políticas coordinadas… aunque también de una plataforma tecnológica que las recoja.
Las soluciones de la nueva urbe ya tienen, pues, una estructura organizada (pongo el ejemplo de lo que presentó Telefónica en la feria) y sólo resta su aplicación intensiva. Sé que al final se trata de un tema de dinero y tiempo, sobre todo de lo primero. Vivimos momentos de restricción, en los que los fondos públicos se escatiman en torno a iniciativas bien definidas. Por eso quiero terminar con la palabra “sostenibilidad”, que suena como un mantra en el mundo de la smart city, y que se repetía en todos los carteles de la feria. Sostenibilidad es la capacidad de permanecer, el énfasis en el largo plazo, significa pensar en el mañana. Y éste es el punto perseguido. Por eso la palabra sostenibilidad me recuerda a la latina “amén”. Gaudí dejó la fachada de la Gloria, la fachada principal de su Sagrada Familia, incompleta en su diseño porque pensaba que las siguientes generaciones deberían participar en la obra y que algo tan grande tendría que ser una amalgama de estilos. Algo similar sucede con la smart city y la sostenibilidad. Las soluciones deben quedar abiertas para que otros las finalicen. Pues eso, “amén”. Así sea.
Imagen: Medialab Prado

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