El pasado mes de febrero el astronauta de la NASA, Barry Wilmore, revolucionaba las redes sociales con un selfie desde el exterior de la Estación Espacial Internacional. Un autorretrato entre nubes que refleja lo lejos que nos ha hecho llegar la tecnología.
Me remontaré en el tiempo para hacer un viaje por los beneficios que la carrera espacial nos ha dejado en la Tierra. Todo empezó el 4 de octubre de 1957 cuando la Unión Soviética sorprendió al mundo con la puesta en órbita del Sputnik 1. Esa fecha marcó el inicio también de muchas innovaciones que hoy forman parte de nuestras vidas.
Si miramos al cielo, seguramente no veamos ninguno, pero sobre nuestras cabezas hay más de 5.600 satélites artificiales, 800 en activo, que giran alrededor de la Tierra. Entre ellos, los satélites meteorológicos que monitorizan continuamente el estado de la atmósfera y nos permiten conocer con antelación la previsión del tiempo, el grado de contaminación o incluso nos ayudan a entender las causas del deshielo.
Una red de 24 satélites conforma el sistema de posicionamiento global, comúnmente denominado GPS. Con esta tecnología ubicamos cualquier punto del planeta con precisión y resulta de extrema utilidad para el rescate de personas en caso de accidente o para no perderse en el camino. ¿Quién no tiene un GPS en su coche o su bolsillo? Los sistemas de localización precisa constituyen, como se explicaba en este blog, una de las mayores preocupaciones de la Asociación Europea de Números de Emergencia (EENA). Y no nos olvidemos de las comunicaciones, hacer llamadas vía satélite o seguir un acontecimiento internacional por la televisión es más sencillo gracias a los más de 200 que nos conectan.
Pero más allá de los satélites, los ingenios de la NASA llegan a herramientas tan cotidianas como los filtros de agua, los códigos de barras, los discos compactos, los alimentos deshidratados o la ortodoncia invisible, cuyo material cerámico servía para proteger las antenas de los rayos infrarrojos de los misiles rastreadores y ahora está en boca de algunos.
La falta de gravedad y el coste de poner un kilo en el espacio agudizó el ingenio y la miniaturización, e inspiró la creación de los ordenadores portátiles y los termómetros digitales. Su sistema para detectar el nacimiento y la temperatura de las estrellas nos permite medir la cantidad de energía calórica emitida por nuestro tímpano en menos de dos segundos.
También debemos a la industria espacial el desarrollo de fibras flexibles que aíslan del frío y el calor y que visten los pilotos de fórmula 1 y los bomberos. Las mantas aislantes capaces de mantener el 80 por ciento del calor que desprende el cuerpo y que suelen utilizarse en accidentes y catástrofes fueron creadas para proteger a los vehículos espaciales del entorno cósmico.
¿Te imaginas tener que recoger muestras del suelo lunar y que no llegue el cable? Black and Decker fue la solución, pero la Nasa perfeccionó el sistema inalámbrico para adaptarlo al espacio y redujo el consumo de energía para prolongar la batería e incrementó su resistencia para soportar temperaturas extremas.
“El pequeño paso para el hombre…” que dio Neil Armstrong en la Luna fue un gran salto en el sector del calzado. El sistema de ventilación y amortiguación de impactos de sus botas se han incorporado a muchas de las zapatillas que nos calzamos a diario.
La tecnología anti-rayado que se inventó para proteger los cascos y telescopios espaciales de las radiaciones ultravioleta ha resultado perfecta para las gafas de sol y lentes de contacto que llevamos puestas.
En esta conquista por el conocimiento del cosmos encontramos desarrollos y tecnologías sorprendentes como el sofware OnSight, resultado de la colaboración entre la NASA y Microsoft, que permitirá a los científicos explorar Marte desde sus despachos con la computación holográfica. OnSight recogerá los datos del vehículo del Curiosity y creará una simulación en 3D del ambiente marciano.
Yendo más lejos, la web de divulgación científica StarNeutron se hace eco de la tecnología del HARPS, un telescopio ubicado en Chile capaz de descubrir planetas situados fuera del sistema solar y medir su distancia con una precisión “casi” absoluta.
Desde 1976 la NASA publica anualmente su revista “Spinoff” que recoge todas las innovaciones que ha desarrollado gracias a contratos de I+D con empresas privadas, concesión de licencias o el uso de sus instalaciones y datos. En su última edición nos descubre, entre otras curiosidades, una original silla rehabilitadora, una bombilla LED que ayuda a conciliar el sueño, un planetario portátil, un altavoz con fluidos magnéticos, una pulsera que mide la exposición solar y hasta una crema de estimulación celular para rejuvenecer el rostro.
El espacio, un laboratorio de pruebas
La carrera espacial mantiene su rumbo para dejar huella en la Tierra. En este firme compromiso la Agencia Espacial Europea (ESA, según sus siglas en inglés) pone a disposición de la comunidad científica sus instalaciones a 400 Km de altura para el desarrollo de tecnología y experimentos que mejoren la calidad de nuestra vida.
En esta Agencia, el astronauta Pedro Duque es nuestro máximo embajador. Actualmente lidera la Oficina de Operaciones de Vuelo con responsabilidad sobre las actividades europeas en la Estación Espacial Internacional. En su currículum figuran dos misiones espaciales y más recientemente la puesta en órbita del satélite Gaia que mide y posiciona las estrellas de la galaxia. Además, se ha sumado como colaborador en el programa “El Hormiguero” para compartir su experiencia y despertar en los jóvenes las tan necesitadas vocaciones científicas y tecnológicas. “El espacio -afirma- es la mejor inversión posible de un país. Hemos sido capaces de utilizarlo para dar a todo el mundo una vida mejor”
Y es que nuestro mundo no sería el mismo sin todos estos avances. Invertir en la exploración espacial es invertir en nuestro propio futuro. Como decía el astrónomo estadounidense Carl Sagan (1934-1996) “en algún sitio algo increíble espera ser descubierto”. Tenemos un inmenso Universo para aventurarnos, ¡que la fuerza y la tecnología nos acompañen!
Imagen: NASA Goddard Space Flight Center

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