“¡La bola entrróoo!”, gritaba un airado John McEnroe a los jueces en aquellos emocionantes partidos de tenis cada vez que había dudas sobre si la pelota de tenis había botado en la línea o fuera de ella. Tras tres o cuatro minutos de discusión, conseguía que el juez bajase de su silla para demostrar que estaba equivocado. ¿Qué habría pasado con aquellos disputados encuentros si hubiera estado disponible el ojo de halcón? Pues habrían sido más cortos y algo menos divertidos, pero mucho más precisos y justos.
Algo parecido ocurre en los partidos de baloncesto donde, si hay dudas y disputas, los árbitros pueden volver a ver en video las jugadas dudosas y decidir si hay alguna acción que penalizar o alguna puntuación que corregir.
¿Y qué habría sido de aquellos corredores de la película “Carros de fuego” si hubieran podido contar para su entrenamiento con las modernas cintas de correr? Unas cintas que te planifican el entrenamiento diario, que automáticamente se elevan para proporcionar algunos grados de desnivel, que te miden el pulso y hasta te permiten escuchar música, ver video o navegar por Internet.
Los aficionados al running, al ciclismo o al patinaje cuentan con pulsómetros, relojes con GPS y aplicaciones para smartphones, cada vez más sofisticadas. Podemos medir con ellos los tiempos empleados, las velocidades medias y las máximas, el desnivel del recorrido, el ritmo cardíaco, etc. Descargando toda esta información en un ordenador o en el mismo smartphone, podemos ver el recorrido realizado sobreimpreso en un mapa y la información que queramos en cada punto del mismo.
En cuanto a las maratones y carreras populares, desde 1994 los chips por radiofrecuencia permiten vigilar los pasos por puntos de control intermedios junto con los tiempos invertidos en cada tramo, evitan algunas trampas y eliminan la duda de qué corredor cruza primero la meta, salvo flagrante error de la tecnología, que perfecta no es. Las aplicaciones de gestión de carreras han aportado algunas ventajas significativas, como el recibir un SMS instantes después del paso por meta o que los amigos y familiares puedan seguir on line la evolución de los corredores.
De cara al entretenimiento deportivo y para los amantes del deporte menos deportistas (vaya paradoja), las cámaras de visión subjetiva han aportado un punto de vista único e irrepetible en cada competición, aunque de momento es algo que prácticamente sólo podemos disfrutar en los deportes de motor como la Fórmula 1 o el motociclismo. Quizá con la disminución de peso y tamaño de las cámaras personales, pronto podamos experimentar lo que vive un participante de Pentathlon o “volar” subidos en una jabalina.
Y en el aspecto más lúdico, también hay una estrecha relación entre el deporte y la tecnología. Gracias a las nuevas generaciones de videoconsolas y sus accesorios, podemos “practicar” (físicamente y no sólo de forma virtual) casi cualquier deporte, ya sea de equipo o individual: desde el atletismo (atrás quedaron aquellas tardes machacando el teclado del ZX Spectrum con el juego “Decathlon”) hasta el tiro con arco. Podemos subirnos a una plataforma en nuestro salón de casa que lo mismo nos permite surfear olas que realizar un descenso con esquís a toda velocidad sobre un bonito paisaje nevado.
Día a día se suceden evoluciones y mejoras en todos estos sistemas, pero las olimpiadas de Tokio en 2020 auguran un auténtico “salto cuántico” en lo referido a la tecnología. La última vez que Japón presumió con algo similar fue en las olimpiadas de 1964 y fruto de esa “amenaza” surgió el tren bala y la primera emisión internacional de TV, vía satélite y en color.
Aprovechando la emblemática fecha de 2020, diversas empresas niponas han lanzado al aire sus retos, no relacionados directamente con el deporte pero muy prometedores. Algunos de ellos:
- NTT DoCoMo promete que dispondremos de telefonía móvil 5G, con velocidades de transmisión de 1 Gbps y 10 Gbps.
- Mientras que el resto del mundo presume de televisores “4K”, la televisión pública japonesa NHK (Nippon Hoso Kyokai o Corporación Emisora de Japón) iniciará en 2016 la emisión en pruebas del sistema “Super Hi-Vision” o “8K”. Esto supone una imagen dieciséis veces más definida y detallada que los actuales televisores HD. Una tecnología que es ya una realidad y que ha sido probada, de forma limitada, en los recientes juegos olímpicos de Londres.
- TDK (Tokyo Denkikagaku Kogyo K.K.) está trabajando con Seagate para cumplir con su palabra de estandarizar un nuevo sistema de grabación y conseguir discos duros de 40 Terabytes. ¿Por qué 40 TB y no 42,5 TB? pues por el sencillo hecho de que ésta es la cantidad de espacio que NHK prevé que ocupará la grabación en formato “Super Hi-Vision” de todos los juegos olímpicos de 2020.
- Nissan quiere llenar las calles de Tokio con coches de conducción autónoma. En este caso ya pueden hacer un buen sprint, si no quieren que otros fabricantes les adelanten por la derecha según lo que nos cuenta nuestro compañero Julen en su post sobre el vehículo autónomo y el comienzo de una nueva era.
Ante tal despliegue tecnológico, no sería descabellado imaginar que los deportistas y visitantes a los juegos puedan ser atendidos por asistentes virtuales y robots.
A pesar de ser un amante de la tecnología y de todo lo que simplifique y facilite la existencia humana, tengo un pedacito de corazón conservador que ruega para que nuestros amigos asiáticos mantengan en las pistas a los deportistas de carne y hueso y no los sustituyan por hologramas.
Imagen: Alejandro Mejía Greene

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