En estos momentos casi resulta extraño que un cliente contacte con un socio tecnológico sin incluir entre sus requerimientos alguna iniciativa de transformación digital, bien por verdadero interés en un cambio profundo en su manera de trabajar o por mero “postureo”, ya que es algo que toca… Para ello, el proceso suele comenzar con tareas de auditoría o consultoría que permitan analizar el estado de los servicios que hay que transformar para, a partir de ahí, trazar una hoja de ruta (también muy de actualidad) para la transformación, orientada a los requerimientos del cliente.
Sin embargo, esta idea de la transformación que parece cargada de empuje, positivismo y voluntad, suele enfrentarse con distintos obstáculos que, de manera general, son los siguientes:.
- Quiero transformarme pero no quiero invertir
Podría sonar a magia pero es el más común de los escenarios. Muchas veces queremos aquello que vemos a nuestro alrededor, pero no somos o no queremos ser conscientes del esfuerzo que nuestra organización debe realizar para conseguirlo.
La transformación en cualquiera de sus variedades exige de cada organización un esfuerzo diferente, pero del que debemos ser conscientes. Realizar una excelente gestión de las expectativas es parte crucial de un buen proceso de transformación.
- Quiero transformarme pero mi organización …
Esta situación es casi tan común como la anterior aunque, dentro de esta modalidad, nos encontramos con algunas variantes que requieren diferentes aproximaciones. Como común denominador para evitar todas ellas, es importante hacer partícipe al empleado y a todos los stakeholders del proceso de transformación y concienciarlos de la importancia de su involuración y proactividad en el mismo.
- Creo que mi organización no va a querer transformarse
Cada vez que a priori me he encontrado con este punto de partida en contraste al final han sido los escenarios más transformadores en cuanto a voluntad del empleado.
A medida que la tecnología avanza (y con independencia de la edad media de los empleados de una organización) se trata de sacar partido a dichas novedades y aprender nuevas maneras de hacer las cosas . Debemos ser capaces de combinar en la medida de lo posible las funcionalidades operativas necesarias con las propuestas recibidas de los usuarios.
- Creo que mi organización no va a poder transformarse
Es habitual encontrar entornos de trabajo que han sido muy estáticos a lo largo de los años, en los que las propuestas de transformación se rechazan inicialmente alegando que “no nos hace falta cambiar”, “nuestro empleado tipo no va a querer adaptarse” o “tenemos un trabajo muy específico que no admite transformación.”
Obviamente, todo proceso de transformación tiene sus dificultades y la resistencia al cambio es una de ellas. Debemos ser capaces de transmitir al usuario las ventajas que la transformación le puede ofrecer y, como apuntaba, es clave hacerle partícipe y protagonista del proceso. La organización necesita invertir en la transformación y los empleados son parte de la misma y, por ello, deben ser los primeros en demandar cambios hacia un nuevo y mejor entorno laboral.
- No controlo el cien por cien del alcance de lo que quiero transformar
Este escenario es, sin duda, el más complicado. En ocasiones nos encontramos con verdaderos promotores del cambio dentro de una organización, pero no tienen el engagement necesario para involucrar a todos los demás implicados en la transformación.
En estos casos, lo ideal es trabajar de manera conjunta para intentar elevar el mensaje internamente en la organización. Transformarnos -si es en la dirección adecuada- es bueno para todos, así que no será complicado escalar el mensaje en una organización siempre dispuesta a mejorar.
En resumen, es importante recalcar la importancia de ejecutar un proyecto de gestión del cambio que involucre al empleado pero es fundamental gestionar también sus expectativas y utilizar las herramientas de marketing interno y comunicación corporativa, imprescindibles según nuestra experiencia.
- Quiero transformarme ya
Las prisas en un mundo como el de la tecnología no existen; es un mercado tan ágil que no hay otra opción que adaptarse continuamente o morir intentando aferrarse a una organización estática en un entorno siempre cambiante.
Sin embargo, no es extraño detectar cómo en múltiples ocasiones se intenta acelerar tareas de transformación que exigen su tiempo y dedicación, y que constituyen los pilares sobre los que se asentarán los servicios TI en el futuro. Por ello, y una vez más, el Responsable de la transición -o Transition manager– tiene un papel fundamental tanto en la correcta ejecución en tiempo y forma de las iniciativas de transformación acordadas, como en la gestión de expectativas del cliente, para lo cual debe alinearse el mensaje operativo y comercial.
- Quiero ser así
Todos nos vemos afectados por nuestro entorno y lo mismo le ocurre a nuestros clientes. Estamos hiperconectados en un mundo globalizado, lo que nos permite estar al tanto de lo que hacen nuestros competidores incluso con meses de antelación.
Sin embargo, es importante saber que, como dijo José Ortega y Gasset, “Yo soy yo y mis circunstancias” y, por este motivo, no puedo comparar mi organización con cualquier otra.
Es cierto que todas las empresas se rigen por operativas similares en un mismo sector, pero también lo es que no todas las iniciativas o servicios resultan igual de útiles en distintas organizaciones y, por tanto, en ocasiones un socio tecnológico debe ser capaz de decir que no a los requerimientos de sus clientes, pero nunca sin argumentarlo convenientemente. La razón fundamental reside en que como colaboradores o ejecutores de su proceso de transformación, uno de los valores que podemos ofrecer, y es difícilmente igualable, es la experiencia de haber realizado procesos similares en múltiples entornos y circunstancias.
- Transformación, ¿para qué?
Se trata de un caso cada día menos habitual en nuestro entorno, pero el más complicado de remontar.
Como hemos visto, tener un espónsor en el cliente capaz, involucrado y convencido del proceso de transformación es vital para que el proceso tenga el empuje y la inversión necesarios por parte de la organización. Por tanto, lo primero es convencer e involucrar al responsable adecuado, no ya de la conveniencia de ejecutar procesos de transformación digital, sino de su necesidad de hacerlo.
En mi post “Del yo al superyó en las empresas” veíamos que el proceso de cambio es inevitable, constante e imparable; debemos estar preparados para los momentos de dificultades, o directamente evitarlos adelantándonos al cambio, sin esperar a que sea el entorno quien nos obligue a hacerlo.
Como conclusión, la transformación digital se enfrenta a dificultades similares a las que nos encontramos en nuestro día a día al plantearnos cambios en nuestro modelo de vida, pero con el socio tecnológico adecuado estos procesos de transformación digital de los servicios de TI serán más sencillos y sus resultados tendrán un mayor impacto en una organización.
Es tiempo de ser valientes.
Es tiempo de transformarse.
Imagen: wwarby

Soluciones y Sectores
Te puede interesar
-
Lecciones aprendidas en la implantación de la salud digital
Recientemente se celebró la III Semana de Salud Digital, que incluía, como parte fundamental, el X Congreso Internacional de ...
-
Cómo llegar con la comunicación a la Luna con ayuda de la tecnología: MoonBack
Una de las conclusiones del informe “El puesto de trabajo en España" es que uno de los principales beneficios ...
-
Smart Workplace y el curioso caso de Benjamin Button
A principios de año ya anunciaba en este blog el lanzamiento del servicio Smart Workplace, una nueva propuesta de ...