Pasamos más del 90 por ciento de nuestras vidas entre cuatro paredes. Tan solo por eso deberíamos estar muy atentos al confort y salubridad de nuestros inmuebles. Pero es que, además, son unos auténticos depredadores energéticos, como ya explicábamos en este blog. Al menos hasta ahora, en que se abre paso una construcción responsable.
Estas reflexiones estuvieron muy presentes en el VI Congreso de Edificios de energía casi nula (EECN por sus siglas). ¿Pero qué es exactamente un EECN? Son aquellos inmuebles que cumplen dos principios fundamentales. Por un lado, tienen un nivel de eficiencia energética muy alto y, por otro, la baja cantidad de energía que requieren procede en muy gran medida de fuentes de energía renovable, producidas bien in situ o en su entorno. Así los define el Real Decreto 235/2013.
Tres aspectos claves de la construcción responsable
Durante el congreso se puso de manifiesto que el sector inmobiliario es clave para la transición energética, ésa que nos debe llevar a una economía baja en emisiones de carbono. Hay tres aspectos fundamentales en la construcción responsable:
- Descarbonización mediante el control de la demanda energética, la reducción del consumo y el uso de renovables junto a la electromovilidad.
- Descentralización entendida como la generación eléctrica in situ así como el almacenamiento energético.
- Digitalización que debe permitir el control y la automatización. Aquí son claves las tecnologías IoT cada vez más presentes y con economías de escala impensables hace solo unos años.
Estas metas no solo suponen un reto de cara a las nuevas construcciones, sino que el parque ya edificado también debe ir actualizándose para mitigar el cambio climático y adaptarse a él. Esto último se suele pasar por alto pero venimos de un entorno tradicionalmente estático a otro dinámico, en el que los inmuebles deben integrarse en su entorno. Y para ello es fundamental que el nuevo código civil de construcción se actualice, al igual que es necesario que desde los diferentes órganos de gobierno se apliquen políticas para incentivar la consecución de las metas fijadas. De hecho, ésta fue una petición recurrente durante las diferentes exposiciones del congreso.
Del concepto de inmueble al de servicio: un cambio de chip necesario
Algunos ponentes, además, incidieron en algo que ya resulta familiar en el mundo de las TIC: pasar del concepto de inmueble al de servicio, de ver inquilinos a considerarlos clientes que demandan un bienestar y una calidad determinados en el espacio que habitan. A este respecto podemos definir tres ejes principales con sus correspondientes indicadores:
- Comportamiento medioambiental: eficiencia energética, uso de renovables y mantenimiento.
- Confort y salubridad: accesibilidad, comodidad, pobreza energética.
- Servicio integral y avanzado: gestión energía, digitalización, impacto en el usuario.
Todos estos principios aplican a la edificación residencial pero también a la terciaria. Muchas de las nuevas sedes corporativas incluyen desde su diseño inicial los requisitos necesarios para ser consideradas EECN (Edificios Energía Casi Nula). Técnicamente esto implica no superar unos determinados umbrales en la demanda de refrigeración y calefacción, así como en energía primaria consumida y estanqueidad del inmueble.
Pero ¿cómo conseguir estos requisitos tan estrictos? Hay varios principios básicos que se deben cumplir: aislamientos cada vez mejores, ausencia de puentes térmicos, hermeticidad, ventilación mecánica con recuperación de calor, ventanas de altas prestaciones y uso de las nuevas tecnologías. Este último punto es fundamental para asegurar que los EECN no lo son solo sobre el papel, sino que en su uso diario cumplen o mejoran los criterios exigidos, con la medición en tiempo real de todos los parámetros de consumo y confort.
Edificios de energía casi nula, cero energía o energía positiva: la eficiencia como reto
Y, ¿por qué limitarnos a los EECN? ¿Por qué no hablar de ZEB (Zero Energy Buildings)? O incluso de PED (Positive Energy Districts). Dado el gran margen de mejora que hay en la gestión energética de los edificios, actualmente ya existen proyectos reales en los que se está probando cómo resolver un nuevo reto de las ciudades. Se trata de edificios que no solo absorben de la red eléctrica, sino que inyectan su energía sobrante en ella, de manera que se produce un intercambio de energía, y todo ello con un coste óptimo.
Se trata, sin duda, de un reto técnico y sobre todo implica nuevos modelos de relación y negocio, exige que pasemos de un esquema de consumidores a otro de proconsumidores. Siempre habrá edificios que necesiten energía extra, pero en la suma total hay también muchos excedentes. Pensemos en toda la energía solar que se puede producir en los entornos residenciales a mediodía, justo cuando sus habitantes están fuera de sus hogares, muchas veces en oficinas o inmuebles terciarios. Dichos excedentes podrían usarse para recargar vehículos eléctricos o para intercambiarse entre inmuebles.
Resulta evidente que ese intercambio de energías según las necesidades será fundamental. Tampoco conviene olvidar, por supuesto, que, como en las TIC, el cliente -hasta ahora llamado inquilino en este ámbito-, está en el centro y demanda el mejor servicio posible.
Imagen: Mariano Mantel
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