“Un fisurómetro en el triforio”. Con este título relataba hace más de una década mi compañero Félix Hernández de Rojas la instalación de sensores en la catedral de Palencia, la primera catedral inteligente de España. Lo que entonces parecía un trabalenguas se ha convertido en una evidencia: la inteligencia de las ciudades y los destinos turísticos debe incluir la digitalización del patrimonio.
España no solo cuenta con uno de los patrimonios culturales más relevantes del mundo; en los últimos años ha destacado también por su capacidad para integrar tecnología e innovación en la gestión turística. Según datos de la OMT y Turespaña, cerca del 40% de los viajeros internacionales eligen el destino motivados por la oferta cultural y más del 36% de los visitantes extranjeros participa en actividades patrimoniales durante su estancia. Este perfil registra, además, un gasto superior a la media, lo que convierte al turismo cultural en un motor económico estratégico para el país.
La propuesta de valor de Telefónica Empresas
Telefónica Empresas ha hecho tangible el concepto de patrimonio cultural inteligente con un enfoque global que combina sensores, análisis de datos, gemelos digitales y experiencias inmersivas, todo ello integrado en su plataforma Thinking City. Estas tecnologías permiten monitorizar en tiempo real parámetros críticos —humedad, temperatura, calidad del aire, fisuras o movimiento—, anticipar problemas estructurales, regular condiciones ambientales y redistribuir flujos de visitantes para equilibrar conservación y disfrute.
Así lo mostraba hace unas semanas en AR-PA, la Feria de Turismo Cultural e Inteligencia Artificial, que se celebró en Valladolid.
“En Telefónica estamos convencidos de que la digitalización es el camino para afrontar con garantías el mantenimiento preventivo de nuestros bienes culturales y una puesta en valor accesible para todos”, explicaba Frederic Vieuxmaire, jefe de Smart Cities y Patrimonio en Telefónica España.
Castilla y León como laboratorio de patrimonio cultural inteligente
Ninguna región ilustra esta transformación como Castilla y León. Sus monasterios, catedrales, museos, murallas y yacimientos arqueológicos conforman uno de los patrimonios más extensos de Europa. Y ahora, 101 Bienes de Interés Cultural están siendo sensorizados y monitorizados en un proyecto impulsado por la Junta y financiado por la Unión Europea a través del programa RETECH.
Es un desafío monumental, nunca mejor dicho, no solo por la cantidad y variedad de enclaves, sino por su dispersión. Desde un monasterio perdido entre montañas hasta una muralla que bordea un casco histórico, cada elemento exige soluciones diferentes. “IoT y big data se vuelven esenciales cuando el patrimonio se despliega en un territorio tan vasto. La digitalización también ayuda a fijar población y a generar oportunidades” -señalaba Beatriz Herranz, directora en Castilla y León de Telefónica, que ha resultado adjudicataria del proyecto en UTE con Luce IT.
Transformar datos en decisiones
Cada sensor instalado aporta una pieza de información. Y Luce se encarga de dar sentido a ese mosaico. Arquitectos con décadas de experiencia trabajan junto a ingenieros de datos, restauradores y especialistas en IA para en un futuro poder transformar todos esos datos en conocimiento útil.
“La idea no es esperar que aparezca un problema para resolverlo”, afirma Javier Durán, CEO de Luce. “Trabajamos para que no llegue a ocurrir”.
La tecnología de Luce IT como la Plataforma del Dato, agentes de IA generativa como LIA o el sistema Operational Grid Layer están creados para ayudar a convertir la información estructural, energética y ambiental en decisiones: cuándo abrir una sala, cómo regular la calefacción sin dañar retablos, protección extra para las zonas que sufren más estrés o mayor atención a los puntos que requieren especial vigilancia.
Experiencias inmersivas memorables
Pero la digitalización no solo protege, sino que redefine la manera en que los visitantes interactúan con el patrimonio. DeuSens, empresa integrante del Hub de Innovación Turística que impulsa Telefónica, desarrolla experiencias XR que combinan realidad virtual y mixta para crear visitas inmersivas, accesibles y memorables.
Gracias a la realidad extendida, las visitas ya no se limitan a recorrer salas o leer paneles. Como explica Alejandro Castillo, de DeuSens, “Hoy hablamos de patrimonio aumentado: espacios físicos que se convierten en escenarios narrativos donde capas digitales, reconstrucciones históricas y personajes virtuales conviven con el entorno real”.
Monjes virtuales y castillos a vista de dron
Es la magia que ocurre en dos proyectos en los que DeuSens y Telefónica colaboran:
En La Adrada, los visitantes pueden recorrer la antigua Casa de los Jerónimos guiados por un monje virtual que explica su vida cotidiana entre pergaminos y prensas de papel. En Benavente, la historia del castillo se despliega mediante imágenes de dron mezcladas con animaciones 3D, mientras unas sillas 360° giran suavemente siguiendo la mirada del usuario para que la experiencia sea totalmente envolvente.
El diseño de estas experiencias se basa en cinco factores clave: narrativa histórica rigurosa y emocional, diseño intuitivo y accesibilidad universal, integración natural con el entorno físico, escalabilidad y mantenimiento, y adaptación al contexto y robustez tecnológica.
El auge de dispositivos como Meta Quest 3 o Apple Vision Pro está elevando la calidad de estas experiencias hasta un punto en el que la frontera entre el pasado y el presente se difumina. Los destinos turísticos empiezan a comprender que estas tecnologías son una herramienta estratégica que amplía públicos, reduce la presión sobre espacios frágiles y reinventa la manera de explicar la historia. Según el informe Industria XR en España 2025, los proyectos XR en patrimonio y turismo se sitúan ya en el TOP 3 de sectores más demandados.
Patrimonio accesible, sostenible y gestionado con datos
En este ecosistema digital destaca también GVAM, una compañía especializada en accesibilidad, guías avanzadas y analítica de público. Sus proyectos en la Alhambra, la ciudad de Salamanca o la Galería de las Colecciones Reales combinan realidad aumentada, audioguías inteligentes y recreaciones 3D para que cualquier persona —independientemente de su edad, idioma o capacidades— pueda disfrutar del patrimonio sin barreras.
La plataforma Gstats analiza además cómo se mueven los visitantes, cuánto tiempo permanecen en cada espacio o qué contenidos despiertan más interés. Para los gestores, esta información es oro: permite optimizar recursos, planificar flujos, evitar aglomeraciones, reducir el impacto ambiental y, en general, mejorar la experiencia sin poner en riesgo los bienes culturales.
Este enfoque se alinea con estándares como la UNE 178508, coordinada por GVAM, que facilita la implantación de soluciones tecnológicas en museos, monumentos y ciudades patrimoniales, y con la filosofía de los Destinos Turísticos Inteligentes, donde tecnología, gobernanza y sostenibilidad avanzan en la misma dirección, explica Lucía San Juan, técnica de contenidos en GVAM.
Conservación e innovación, de la mano en el HIT
Todas estas nuevas formas de conservación e innovación en patrimonio convergen en el Hub de Innovación Turística (HIT) de Telefónica, un ecosistema que promueve la colaboración entre empresas tecnológicas, startups y destinos. Es una red viva en la que cada proyecto —desde un monasterio en restauración hasta un castillo con visitas XR— suma aprendizaje y nuevas posibilidades.
Sensores, analítica de datos, IA y XR trabajan para que la historia llegue intacta a las generaciones futuras mientras los visitantes disfrutan de experiencias enriquecidas, inclusivas y sostenibles.
Hoy las piedras hablan más claro que nunca. Aquel fisurómetro del triforio de Palencia era una señal de que el patrimonio no es solo pasado: es futuro, y ahora más que nunca está vivo y habla un nuevo lenguaje que ayuda a optimizar su gestión e inspira nuevas experiencias.

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Turismo
Experiencias únicas para el nuevo turista
Pasamos de turismo de visitantes a turismo de experiencias, donde las nuevas tecnologías juegan un papel fundamental. El perfil del viajero ha evolucionado hacía uno más digital y sostenible.
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