Entre los próximos 16 y 18 de octubre, en el marco de la VI edición del Congreso NovaGob, se celebrarán los talleres “Experiment@ talento” en los que, uniendo teoría y práctica y a través de metodología ad hoc, se intentará encontrar soluciones para algunos de los «50 retos 2019 para la Administración pública desde la perspectiva ciudadana», que desde esta red vertical se identificaron a comienzo de año.
Atravesando el ecuador de 2019, quiero hacer una reflexión sobre estos nuevos desafíos que, a diferencia de los planteados para 2018, se han realizado desde la perspectiva de los ciudadanos.
¿Cómo debe ser la Administración pública?
Este ejercicio me resulta muy interesante, dado que al revisar ambos hay algo en lo que coinciden tanto las Administraciones (desde dentro) como los ciudadanos (desde fuera), y es que la Administración necesita ser fácil, ágil y, sobre todo, humana.
La transformación digital de las Administraciones públicas ha permitido dar pasos para mejorar dos de estos tres aspectos. Así, con los tramites online es más fácil y ágil realizar gestiones que en otras épocas hubiesen supuesto desplazamientos, tiempos de espera, papeleos… Basta con preguntar a alguno de nuestros mayores cómo se hacía la declaración de la renta hace treinta años. En este sentido, las mejoras que están implantando las Administraciones son positivas. El “pero” es la lentitud con la que se implementan estos avances.
Respecto al reto pendiente de la humanización de la administración, no creo que vaya a resolverse con un mayor volumen de personas que atiendan ventanillas… sino que la solución vendrá de aplicar de forma adecuada la tecnología y contar con una estrategia de inclusión digital que cambie la forma en la que se trabaja en la administración. También será clave comunicar y formar a la ciudadanía para que conozca y se beneficie de las nuevas formas de relacionarse con ella.
¿Cómo puede ayudar la tecnología?
Estamos en una época asombrosa, con muchas opciones disponibles para hacer a las administraciones más humanas con ayuda de la tecnología: desde la automatización de procesos repetitivos (que permita mejorar tanto la productividad, como la calidad del tiempo dedicado por los trabajadores públicos a los ciudadanos), pasando por la evolución de un modelo de colaboración que habilite a las Administraciones para mejorar la interoperabilidad entre ellas y así tener una visión de 360 grados del ciudadano en cualquier momento o lugar, gracias a la ubicuidad que otorgan los entornos cloud.
Además, big data contribuirá a mejorar los servicios que se ofrecen, ya que permitirá identificar con la precisión de un cirujano las necesidades de los ciudadanos.
En definitiva, es responsabilidad de las Administraciones públicas impulsar la digitalización por todas las oportunidades que trae aparejadas, y de los ciudadanos incorporarla a su día a día y sacarle provecho.
La meta es conseguir unos organismos públicos fáciles, ágiles y, sobre todo, humanos. Estamos en el camino, solo hay que acelerar el ritmo.

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