Una unidad de cuidados intensivos (UCI) es un servicio hospitalario de alta complejidad, en el que se proporciona atención especializada a pacientes críticos. Esos pacientes tienen alguna condición grave de salud que pone en riesgo su vida y requieren de una monitorización constante de sus signos vitales y otros parámetros, como el control de líquidos. Presenta grandes desafíos que, como vamos a ver, hacen necesario evolucionar hacia la Smart UCI.
Complejidad en la gestión de las UCI
Las UCI cuentan con gran variedad de equipos biomédicos que permiten dar soporte a funciones alteradas, vigilar las constantes vitales y brindar atención segura, minimizando errores. Pero todos esos equipos, la gran cantidad de alarmas y su baja especificidad pueden provocar alguna dificultad.
A menudo el personal de enfermería dispone de apenas una fracción de segundo para tomar decisiones clave para la vida y el elevado número de alarmas sonoras de dichas unidades complica su gestión y discriminación. Esto puede suponer cierto retraso en el tiempo de respuesta de los profesionales o su indiferencia. De cara a los pacientes puede generar desde estrés a situaciones de riesgo.
Además, en muchas de estas UCI todavía no existe una digitalización de los procesos asistenciales, lo que ralentiza los tratamientos.
Algunas cifras sobre las UCI en España
En España durante la pandemia, debido al alto número de contagios, llegó a haber entre las comunidades de Madrid y Cataluña más de 3.500 camas UCI . En época pospandemia un hospital como Vall D`Hebrón trata anualmente a 1.200 pacientes críticos de máxima complejidad.
El tiempo medio de estancia en una unidad de cuidados intensivos es aproximadamente de 6,4 dias. Y el 8,2 por ciento de los pacientes reingresan a los 30 días de haber recibido el alta, cuando el año anterior la tasa era de un 7,84 por ciento.
Desafíos de la UCI
Como explicaba, una unidad de cuidados intensivos es uno de los espacios más tecnificados de un hospital y las instalaciones son un aspecto clave para garantizar sus condiciones sanitarias.
Supone un intrincado sistema de tecnología y flujos de trabajo, cuya gestión representa desafíos que no existen o no son tan prominentes en otros servicios. Estos son los tres principales:
- Flexibilidad de la estructura y complejidad del paciente. La UCI es una unidad multifuncional que alberga a pacientes con diferentes enfermedades y tratamientos. La estructura del servicio, por tanto, debe ser lo suficientemente flexible como para poder adaptarse a sus necesidades únicas. Debido a esta complejidad, la UCI necesita un sistema de identificación rápida para garantizar la atención adecuada, tanto para tratar a los pacientes en la propia UCI como para saber cuándo es necesario derivarlos.
- Formación y coordinación. Para afrontar estos desafíos de flexibilidad y complejidad, es necesario disponer de un equipo multidisciplinar de profesionales capaz de ofrecer esta atención ágil y diversa.
- Seguridad del paciente. En las UCI se genera una inmensa cantidad de información, que no solo debe organizarse, sino también difundirse de manera efectiva mediante un sistema integrado.
Hacia la Smart UCI: un nuevo paradigma en los cuidados
Hoy en día es posible una amplia interacción entre los equipos de electromedicina y las instalaciones de la propia UCI, a través del sistema de control del edificio. Nace así el concepto de Smart UCI.
¿Cómo es una UCI inteligente?
Una de las claves para gestionar a un mayor número de pacientes y hacerlo de manera más segura y efectiva es contar con la ayuda de la tecnología.
Una infraestructura centralizada e integrada de datos y todo conectado
Así, la columna vertebral de una Smart UCI es una infraestructura de datos centralizada que esté completamente integrada en una red hospitalaria más extensa.
Pensad en datos inteligentes con una visualización inteligente en un edificio inteligente para ofrecer una atención inteligente.
Dado, como veíamos, que cada aspecto de la UCI debe adaptarse debidamente a las necesidades del paciente, por muy diversas que sean, el equipamiento también debe hacerlo. Este no solo debe adaptarse al paciente, sino también a la tecnología circundante.
Todo debe estar conectado. Permite tener una visión en red de todos los pacientes y servicios. Deben estarlo las máquinas, las camas, la propia habitación y el edificio, de forma que la UCI estructural pueda reaccionar rápidamente al paciente controlando alarmas, puertas, la presión, el ambiente y otros sistemas de comunicación.

Así, el hardware de la habitación de cada paciente puede comunicarse con todas las fuentes de datos del hospital para lograr una mejor trazabilidad y capacidad de reacción.
La integración de aspectos críticos como las bombas de medicación, los sistemas de alerta y las máquinas de monitorización en una única fuente de datos centralizada permite que las UCI estén mejor preparadas frente a la complejidad de las necesidades del paciente.
Gracias al gran número de datos recopilados, además, es posible diseñar nuevos indicadores y modelos predictivos.
La conectividad de esta información puede ayudar a personalizar la atención, automatizar algunas intervenciones y, en definitiva, a mejorar los tratamientos de los pacientes.
La UCI del futuro
La apuesta de Telefónica, junto a otros socios, por la UCI del futuro permite realizar un seguimiento de los pacientes ingresados de manera presencial o remota dentro del hospital mediante la recepción de notificaciones y alarmas. Proporciona también un sistema de comunicación bidireccional entre el paciente y los profesionales médicos, así como la posibilidad de anticiparse a posibles complicaciones con ayuda de la inteligencia artificial.
Imagen: wolfgangfoto

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