El COVID-19 ha tenido un fuerte impacto en todos los ámbitos de la sociedad y el entorno universitario no ha sido una excepción. Muchas instituciones se han visto obligadas a pasar de un modelo presencial a otro virtual en un breve espacio de tiempo para dar continuidad a sus actividades. Los centros universitarios que aún no habían comenzado su transformación digital han tenido que realizar un esfuerzo extra. Tras la pandemia se impone un nuevo modelo híbrido, que combine lo mejor de las metodologías presencial y online. Se trata, por un lado, de adaptarse a las circunstancias y, por otro, de aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece la tecnología. Es hora de la universidad digital.
Beneficios de la universidad digital
Las ventajas que el nuevo modelo trae consigo son incontables. En primer lugar, permitirá democratizar el acceso de todos los alumnos. Rompe las barreras geográficas y genera igualdad de oportunidades a la hora de elegir una carrera universitaria. Además, los estudiantes podrán mejorar sus condiciones de empleabilidad, al incorporar a su currículum una sólida base de capacidades tecnológicas como pilar básico del nuevo modelo de aprendizaje.
Pero también hay múltiples beneficios para las universidades. Su nueva oferta digital les permitirá diferenciarse e imprimir su propia huella. De esta forma, podrán mejorar su atractivo ante el potencial alumnado, ganar en visibilidad y competitividad en el sistema universitario y potenciar su relevancia. La Universidad digital se convertirá en el motor de la transformación social y cultural del país.
Punto de inflexión
Ha llegado el momento de que las universidades avancen hacia su transformación digital. Pero no se trata solo de incorporar tecnología al esquema tradicional y seguir formando de la misma manera. Es necesario un cambio estructural. Hablamos de un antes y un después en el modelo universitario.
Es preciso implantar un modelo híbrido, que en el mundo universitario se conoce como entorno de “doble presencialidad”. Éste combina metodologías que permiten compaginar la formación presencial y virtual de manera simultánea. Es posible porque se genera una experiencia totalmente inmersiva para los alumnos que se conectan a distancia, mediante entornos de trabajo ubicuos y multiplataforma, que permiten el acceso a través de cualquier dispositivo.
Escollos existentes
Para lograrlo habrá que superar algunos escollos. Entre ellos, la brecha digital que impacta en diferentes ámbitos del entorno universitario: la dificultad de algunos colectivos de alumnos para acceder al entorno tecnológico, la carencia de capacidades digitales por parte de algunos docentes para desenvolverse con garantías en el entorno digital y la escasa inversión en tecnología.
Además, la incorporación de las universidades españolas al mundo digital se está desarrollando a un ritmo lento. Según un reciente estudio de Fedea, los centros de educación superior en España gastan en I+D un 39 por ciento menos que la media de los países de la zona euro. Según las estadísticas de la CRUE TIC, solo el 40 por ciento de ellas ha emprendido un plan estratégico informático. Otro dato relevante es que el porcentaje de presupuesto dedicado a implantar tecnologías de la información y comunicación está algo por debajo de lo recomendado por la OCDE.
Ayudas europeas como catalizador de la transformación digital de la universidad
Para superar esta brecha digital, los centros universitarios tienen la oportunidad de evolucionar de manera flexible y modular, en base a su situación de partida y a su grado de madurez. La buena noticia es que en el corto plazo van a contar con algunas ayudas que facilitarán esta transformación.
El proyecto UniDigital
En este sentido, una de las iniciativas del Plan de Recuperación europeo está orientada a la formación y al acceso a la digitalización. En este marco, el Ministerio de Universidades lanzaba recientemente la iniciativa UniDigital. Se trata de un proyecto que cuenta con dichos fondos para transformar cincuenta universidades públicas en un periodo de tres años.
La iniciativa pretende asumir varios retos: llevar la red de fibra óptica de 100 Gb a todos los campus, dotar a las universidades del equipamiento tecnológico que potencie el salto al mundo digital y permita el aprendizaje híbrido y también agilizar los procesos administrativos y burocráticos, mediante la transformación de la gestión. En la actualidad estos suponen una carga de trabajo relevante en el entorno universitario.
Una gestión más eficiente también
Por lo tanto, estas ayudas no solo estarán encaminadas a reducir la brecha digital, sino que permitirán una gestión más eficiente de las universidades. La tecnología ofrece muchas posibilidades para agilizar los procesos administrativos. Por ejemplo, la robotización de procesos aplicada a labores repetitivas y con gran carga manual. Permitirá programar robots de software para minimizar el tiempo de respuesta y reducir los fallos humanos. Los casos de uso más comunes son la gestión de matrículas, los procesos de admisión o la convalidación de programas y créditos.
Otro buen ejemplo es el uso de inteligencia artificial aplicada al modelo de atención de alumnos y docentes: chatbots que pueden ayudar a resolver dudas o dar soporte a los procesos de matriculación o gestión de créditos de manera desatendida.
El acuerdo marco OCRE
Otra iniciativa muy interesante para los centros que quieran evolucionar a entornos cloud es el acuerdo marco OCRE que permitirá a las universidades e instituciones científicas bajo el paraguas de RedIris acelerar el viaje a la nube y simplificar el proceso, de la mano de un partner experto.
Empleabilidad
Lo cierto es que nos encontramos en un momento clave no solo para el entorno universitario sino para el conjunto de la sociedad por el importante impacto que la formación universitaria tiene sobre la generación de empleo. La transformación digital de la universidad es una de las piezas clave para la supervivencia y el éxito de nuestro tejido empresarial y deja huella en el mercado laboral.
La Universidad se enfrenta al reto de preparar a los alumnos para los puestos de trabajo del futuro, muchos de los cuales aún no existen. Las competencias digitales son uno de los reclamos más relevantes, especialmente las basadas en tecnologías como big data, machine learning, inteligencia artificial o la robotización de procesos. Pero también son muy valoradas, y cada vez más diferenciadoras, las llamadas habilidades blandas: la creatividad, el pensamiento crítico, la capacidad de adaptación, la gestión del tiempo… Todas ellas se trabajan, y mucho, durante la etapa universitaria y son esenciales cuando hablamos del talento de los profesionales del futuro.
Sin duda, será más fácil abordar esta transformación con un partner integral como Telefónica Empresas que puede hacer realidad la implantación del nuevo modelo híbrido, asegurar una gestión eficiente y garantizar su mejora continua. Tiene las capacidades para acompañar a los centros universitarios desde el primer momento con una visión extremo a extremo.

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