Hace unas semanas tuve la ocasión de tocar las nubes, literalmente, al realizar un vuelo en una avioneta ultraligera que me dejaron pilotar durante unos minutos… La foto de este post está tomada en pleno vuelo. Durante el mismo, el piloto, me contó que se divierte muchísimo, por lo inverosímil que le parece, cuando en las películas una pobre azafata es instruida desde tierra, para aterrizar el avión más grande de su compañía, un Boeing 747, que requiere muchísimas horas de aprendizaje para adquirir la destreza de pilotarlo adecuadamente. Me hizo pensar, estableciendo un paralelismo, en cómo en estos años de evolución tecnológica vertiginosa en la que nos encontramos inmersos, las empresas ya han adquirido la destreza para “pilotar en las nubes” …. y que ahora ya están sacando el máximo rendimiento en vuelo.
Pero sin faltarle razón al piloto con las licencias de guion que existen en estas películas, hay casos en los que tecnologías que parecen imposibles en las películas de ciencia ficción se convierten, pasado el tiempo, en una realidad que guarda gran similitud con algo que imaginó, en un pasado no tan lejano, un director de cine visionario (por no decir genio). Tenemos varios ejemplos, veámoslos:
Quién no recuerda (y no ha anhelado tener uno) el monopatín de Marty McFly en Regreso al Futuro II que flotaba suspendido en el aire a unos centímetros del suelo, y permitía a MJ Fox casi volar… Pues bien, ¡¡este monopatín existe!!, lo ha patentado Lexus., y se basa en campos magnéticos contrapuestos entre la pista y el monopatín, lo que le permite deslizarse suspendido (a modo de levitación) sobre una pista a su vez magnética.
O que el simple golpe de mano con que movía Tom Cruise en Minority Reports (año 2002) los datos en pantallas táctiles se iba a convertir en nuestra forma natural de interactuar con las tablets o smartphones (el primer iPhone salió a la venta en 2008). Sería justo señalar que no es fruto de la casualidad, sino que, con el objetivo de crear una realidad futura plausible para Minority Reports, Steven Spielberg invitó a quince expertos a pensar qué tecnología podría desarrollarse hasta 2054.
Y es que en la revolución en la que nos encontramos inmersos, los visionarios como Ray Kurzweil director de ingeniería de Google y experto en inteligencia artificial, desafían a la ciencia con sus predicciones. Kurzweil habla de un cerebro híbrido, predicción que más allá de la evolución tecnológica roza la evolución de ser humano. Sostiene que para 2030 los implantes, con nanorobots, nos ayudarán a conectarnos a cloud. De esta forma, podremos extraer información de Internet, enviarla o tener un respaldo de nuestro cerebro en la nube. Afirma también que nuestro pensamiento irá mejorando cada vez más, y que inicialmente seremos un híbrido de pensamiento biológico y no biológico, hasta que este último prime al llegar a 2040. Vamos, que desde mi modesta opinión (y no me atrevería a predecirlo, por mi desconocimiento de la complicada materia de la biotecnología) tal y como lo describe, no va a haber ni un portal único para acceder a las clouds, ni tan si quiera un sistema o dispositivo móvil para interactuar con la nube, sino que serán los nanorobots, figurativamente hablando, las futuras APIs que conecten nuestro cerebro con la cloud.
Si al final esta predicción se convierte en realidad, cloud nos habrá dado la respuesta, tal y como dice Kurzweil, a que la naturaleza humana transciende a nuestras limitaciones y la realidad, una vez más, habrá superando a la ficción.
Imagen: Susana Martínez Ferreiro

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