Es un hecho, la irrupción de los teléfonos inteligentes en el mercado – y su visible éxito – ha desencadenado una oleada de proyectos smart para todos los gustos: desde relojes de muñeca, o las polémicas Google Glasses hasta frigoríficos o maletas inteligentes, y proyectos urbanos: las llamadas smart cities.
Ahora bien, ¿somos capaces de abarcar toda esta tecnología? Hay quien dice que la evolución del ser humano consistirá en el desarrollo de su capacidad multitarea, que los niños de ahora serán capaces de concentrar su atención en distintos frentes a la vez, de hacer varias cosas simultáneamente.
La movilidad, la tendencia a lo multidispositivo y la evolución de las redes sociales son algunos de los factores que han contribuido a la implantación de los dispositivos inteligentes en el corazón de nuestra vida diaria; pero su uso no se concibe como sustituto de otras actividades sino como complemento de ellas.
Un ejemplo es la creciente alusión a las redes sociales que hacen en los programas de televisión actuales. Los contenidos televisivos se nutren cada vez con más frecuencia de este canal de comunicación, extrayendo información, aportando otra nueva, intentando generar conversación, creando estrategias específicas para que se difundan los contenidos a través de los canales sociales. Los smartphones han contribuido a este nuevo planteamiento, que responde a un cambio de actitud: ya no sólo vemos la televisión desde el sofá de nuestra casa, al mismo tiempo que visionamos un contenido lo compartimos y comentamos.
Esto mismo ocurre con cualquier actividad de ocio, ya sea cultural (ir a conciertos, al teatro, al cine…) o meramente festiva (tomarse unas tapas con amigos). Pero también en el ámbito empresarial se aplica esta nueva concepción de la multiactividad: desde nuestro teléfono móvil atendemos e-mails en cualquier lugar. Vayamos a un evento, una reunión o una presentación, siempre estamos conectados con lo que sucede en la oficina.
En este contexto, ¿qué ocurriría si contáramos con más de estos dispositivos inteligentes? ¿Y si nuestra vida se inundara de smart gadgets?
La ubicuidad de las nuevas tecnologías nos brinda la posibilidad de responder a varias tareas al mismo tiempo. Ahora bien, ¿es esto una ventaja o un inconveniente? Porque, ¿somos capaces de resolver varias cosas a la vez o hacemos muchas mal al intentarlo?
Hace unos años la consultora Nielsen Norman Group publicaba en su web que el cerebro humano no está preparado para la multitarea aún, sino para aprender de una forma lineal y focalizada:
“Tenemos que ser conscientes de que el modo en el que está cambiando nuestra sociedad tiene un coste, que los humanos no estamos hechos para trabajar de este manera. Estamos hechos para focalizar. Y cuando nos intentamos forzar a nosotros mismos para responder a la multitarea, quizá nos estamos abocando a ser menos eficientes a largo plazo, aun cuando esto nos hace sentir que estamos siendo más eficientes.”
Sin embargo, algunos expertos defienden que el ser humano sí es capaz de concentrar su atención en varias cosas al mismo tiempo y que esto se debe a la plasticidad de nuestro cerebro, que nos permite adaptarnos a cualquier entorno y aprender de él, como nos explicaba Emilia Gómez-Valadés en su último post.
Ahora bien, ¿se trata de evolución o de adaptación? Juan Carlos Pardo – profesor del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Santiago (USC) -, postula que esta nueva capacidad no es fruto de la evolución del cerebro humano, sino del nuevo contexto social en el que nos desenvolvemos. Los niños nacen en un entorno tecnológico, que les rodea desde el primer día. Aprenden, por tanto, a manejar ese ecosistema y sus herramientas. Pero se trata de eso: de una capacidad adaptativa, y no de una cualidad innata. El ser humano aprende el lenguaje tecnológico, al igual que aprende a hablar en un idioma u otro, ya desde sus primeros meses de vida.
"Nuestro cerebro es lo suficientemente plástico para que podamos ser configurados con las nuevas tecnologías que utilizamos. ¿Predisposición? No, pero nuestro cerebro está preparado para lo que inventemos y, a la vez, lo que inventamos termina realimentando nuestro cerebro", afirma el catedrático.
No obstante, que las nuevas tecnologías lleguen a determinar aspectos de la evolución humana está aún por determinar. Lo que sí ha variado es el uso que el ser humano hace de sus habilidades en función del entorno social y cultural, gracias a la mencionada plasticidad cerebral.
Smart people no sé, pero lo que sí parece claro es que somos Adaptational people, que aprovecha las ventajas del desarrollo tecnológico, creando nuevas herramientas y mejorándolas de manera constante.
Imagen: Cayusa

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