Rosa es la celosa custodia del mayor tesoro de Ávila: sus murallas. Ella es la arqueóloga, la responsable última de la conservación de los dos kilómetros y medio cuya silueta representa uno de los skylines castellanos más universales.
Rosa mira con intensidad curiosa cuanto la rodea. Hay algo de Azorín o de Unamuno en sus descripciones de la ciudad, o así al menos me lo parece. En su corazón late la pasión de una científica que ama y mima unos muros cuyos secretos hoy se nos abren un poquito. La causa: el IoT (Internet of things), los sensores y la “inteligencia” de la tecnología al servicio de la conservación preventiva.
Rosa es una pionera en el uso de lo que hemos bautizado Smart Patrimonio y lo sabe. Por eso cuando se ha presentado al público este jueves, 25 de junio, en rueda de prensa la labor que está realizando el Ayuntamiento de Ávila, apoyado por Telefónica y la Fundación Santa María la Real, todos hemos hecho silencio para escuchar sus palabras.
Y ha mostrado así las gráficas, las ha interpretado y nos ha explicado las primerísimas conclusiones de lo que será un estudio que nos dará una nueva visión del monumento y de su núcleo constructivo. Probaremos aquí nuevos sensores de conductividad y algoritmos matemáticos del big data patrimonial. Será el mayor laboratorio “latente” de la nueva tecnología de Smart Patrimonio.
Rosa sabe que pronto los arqueólogos y los responsables patrimoniales utilizarán estas herramientas de forma habitual, tanto como los arquitectos ahora no pueden ya trabajar sin el CAD o los periodistas sin las redes sociales. Y que gracias al Smart Patrimonio, las viejas murallas que sobrevivieron a tantas guerras tienen un motivo renovado de alegría: podremos realizar una labor de planificación mucho más precisa a la hora de gestionar los gastos en su mantenimiento y a la hora de delimitar las causas de las patologías y achaques que nuestro patrimonio pudiera padecer.
Como sé que Rosa es una mujer discreta, imagino que cuando lea estas palabras se sonrojará. Pero quiero que sepa que no son halago vacío porque son muestra de nuestro sincero respeto y de la admiración por su interés constante en innovar. En ella innovar no son palabras manidas, puesto que “hechos son amores…”. Por eso desde que hace un año que mi viaje por este mundo Smart “patrimonial” comenzó, muchas cosas he aprendido, especialmente de la Fundación Santa María la Real pero también de ella. Y ahora puedo decir que esto sí es innovar.
Hoy la ciudad de Ávila es un poco más inteligente. Y lo que nos resulta de admiración será un hecho normal en el futuro, esto es, los sensores custodiando el patrimonio y dando soporte a sus profesionales en su responsabilidad diaria.
Pero lo que siempre nos maravillará, pues deja huella, será el paisaje castellano donde por siempre esta ciudad se encaja. Hoy lo percibí al subir a sus murallas en un paseo que recomiendo encarecidamente. Dicen que las murallas laten pero sé que es mentira: que era mi corazón, emocionado al ver tanta belleza a su alrededor.
Y hoy me siento agradecido al participar de un proyecto que pone un granito tan interesante en su difusión. Por favor, no dejen de visitar Ávila.
Imagen: David González Romero

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